miércoles, 24 de abril de 2013

El poder estructural de Alemania


Susan Strange, una de las fundadoras de la disciplina de la nueva economía política internacional, explicaba en su clásico States and Markets de 1988 la diferencia entre los dos tipos de poder que se ejercen en la economía internacional: el relacional y el estructural. El poder relacional hace referencia al poder tal y como lo entiende la escuela realista de las relaciones internacionales; es decir, a la capacidad de A de hacer que B haga algo que no haría si A no existiera. Sin embargo, Strange subrayaba que el poder estructural, que es mucho más sutil, es el que se utiliza cada vez más en las relaciones internacionales, especialmente cuando nos referimos al ámbito económico. Se refiere a la capacidad de un actor, normalmente un país, de moldear las estructuras de la economía política internacional en las que se desenvuelven tanto otros países como las empresas, las instituciones internacionales u otros actores no estatales, desde los sindicatos hasta las comunidades científicas. El poder estructural incluye, por tanto, la capacidad de dominar el mundo de las ideas y de imponer una interpretación de la realidad que sea hegemonía e incontestable y que, por tanto, determine indirectamente tanto las decisiones que se adoptan en política económica como las prioridades sobre las que se debate. Es un poder más difícil de percibir y tremenda mente efectivo, ya que no es necesario actuar continuamente para ejercerlo y, por tanto, quien lo despliega no es percibido como un actor que impone sus intereses continuamente, cuando en realidad es lo que hace, aunque sea de forma indirecta.
Desde la formulación original de Strange, esta conceptualista del poder ha servido para explicar cómo la hegemonía estadounidense daba forma al orden económico internacional de la posguerra, impulsando (y en ocasiones imponiendo indirectamente) regímenes institucionales que le beneficiaban. Más recientemente, en los años noventa, se ha utilizado para explicar cómo Estados Unidos ha impulsado la globalización financiera.